A falta de Super Nanny, (qué bien nos vendría en algunos momentos), el otro día fuimos a un "taller de padres"
para aprender técnicas y herramientas que nos ayuden a lidiar con el
día a día de criar tres personitas maravillosas, cada uno con sus
experiencias, necesidades y problemáticas diferentes, todos demandando
nuestro escaso tiempo y atención personalizada.
Aprendimos
cuatro reglas básicas, cuatro cosas aparentemente sencillas y de
sentido común, que toda persona debería aplicar en su vida diaria,
aunque no tenga hijos. Pero, qué dificil es a veces....
Consejo 1: Adapta tus expectativas.
Los
hijos (las personas) son como son y no como tú quieres que sean. Esto
no significa que no debas ayudarles a sacar lo mejor de si mismos, que
no debas animarles a esforzarse, a crecer como personas, a empujar los
limites. Pero por mucho que tu máxima ilusión en la vida sea que tu hijo
sea médico o astronauta, quizá él prefiera ser entrenador de delfines o
pintor. No se trata de bajar el nivel, de permitir la mediocridad o la
ley del minimo esfuerzo sino de no poner a tu hijo la presión de tener
que cumplir y superar las expectativas que tú tienes de lo que debería
ser en la vida. Se trata de que el centro sea él y de ajustar el resto
para conseguir realizar todo su potencial y no de forzarle a pasar por
un aro que sólo puede generar frustraciones y tensiones a padres e
hijos.
Cuando Alex tenía dos años, el colegio al que iba
en ese momento nos dijo (el segundo dia de clase) que no cumplía los
objetivos curriculares. A fecha de hoy desconozco cual son los objetivos
curriculares que debe cumplir un niño de 2 años el segundo dia de
clase, pero tuvimos claro que la politica de ese colegio era que o
cumples las expectativas y encajas en el molde o mejor te vas.
Evidentemente, nos fuimos.
Pero, a veces, como padres,
nos cuesta adaptar las expectativas, queremos que nuestros hijos sean
felices, que todos sean iguales, y para ello pensamos que tienen que
comportarse según un patrón que marcamos aunque no encajen en él, aunque
forzándoles nosotros mismos les generemos infelicidad. ¿Cuantas veces
al dia usamos el "porque yo lo digo", "porque es asi y punto", "no ves
lo bien que lo hace tu hermano"...?.
Consejo 2: Elige tus batallas
Hay
mañanas en las que llego a la oficina como si viniera de la batalla de
Trafalgar, habiendo luchado en mil frentes: recoge, vistete, desayuna,
deja tu hermano en paz, ven que te peino, apagad las luces, pero por que
no preparáis las cosas por la noche, te has mirado los zapatos, no te
has lavado los dientes, ahora no podemos buscar el juguete, levantate
del suelo que se mancha el uniforme, corred, que perdemos el autobus,
abrochate el abrigo, has cruzado sin mirar....... Y además, estamos en
minoria, ¡¡ellos son mas que nosotros!!
Y noches en
la que me acuesto con la sensación de no haber hecho nada mas que
gritar o regañar (creo que no es eso exactamente lo que llaman pasar
"tiempo de calidad" con los niños).
No todo puede ser
una lucha, hay cosas importantes y otras que no lo son tanto, que irán
aprendiendo o mejorando con el tiempo, hay batallas que luchar y otras
en las que una retirada a tiempo te permite volver a intentarlo otro
día, cuando las condiciones sean más favorables.
Es mejor concentrarse en mejorar una cosa que intentarlo con veinte a la vez. Sentido común, funciona tambien con tu pareja o en el trabajo. No hay cuerpo que aguante la lucha en mil frentes abiertos.
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