viernes, marzo 29

¿COMO ESTÁN USTEDES?

Con este grito de guerra ha empezado la función, y al igual que su madre hace tantitantos años (que tampoco hace falta dar muchas pistas), mis tres retoños han gritado al unísono: "Bieeeeeeenn". 

Porque estos eran los payasos "de mis tiempos"como dice Alex, los de toda la vida o, al menos, sus herederos, Fofito y Rody, en un espectáculo repleto de esas canciones que jamás pasarán de moda porque mi generación ya se las ha enseñado a sus hijos y ellos se encargarán, visto lo visto hoy, de pasarlas a los suyos. 


Que descanso volver a cantar y a bailar, y a reir con ese humor blanco, surrealista, absurdo y divino, tan a años luz del imbécil de Bob Esponja o de Fan Boy Y Chan Chan y de toda esta panda de mutantes extraños, robots convertibles en coches, motos o cohetes, bichos raros con nombres impronunciables, adolescentes sin padres y sin verguenza, y especies aliénigenas siempre cargando un arma o escupiendo mocos. 

¡Que vivan Susanita, la gallina Tureleca y Don Pepito y Don José...!. 

Bueno, ya... nosotros teníamos a Mazinger Z, que tambien era un robot convertible, y al Comando G, que luchaban contra los alienigenas y que yo recuerde, no tenían padres conocidos. Y, en fin, teníamos a Pippi Calzaslargas, que tampoco es que fuera un ejemplo de refinamiento y modales, pero por lo menos era más lista que el hambre, e ingeniosa y tenía un corazón de oro. Y junto a ellos, teníamos "Érase una vez el hombre", y un programa donde enseñaban a los niños a dirigir orquestas y "Un globo, dos globos, tres globos...", y a Orzowei, y a los Tigres y Leones que ambos querían ser los campeones y demostrar quien sabía más, quien era mas rápido, más vivo.... ¡¡¡Y leíamos libros!!!!! y eran de papel, con un olor delicioso a tinta y a aventura, con páginas que se pasaban con intriga para descubrir un paso más en la aventura, y los comentábamos con los amigos.... Y bailábamos las canciones de Los payasos de la tele, de Enrique y Ana y de Parchís y no a Lady Gaga ni el Gangnam style, bailábamos como niños no como pilinguis que decía mi abuela... Y jugábamos en la calle... Y usábamos la imaginación en lugar del ipad, que cualquier dia se van a inventar una app para jugar a polis y cacos o al pilla pilla.....

¿Como están ustedes?, preguntaban los Payasos y aunque hoy todos los padres del teatro hemos contestado los mismo que hace muchos años, cuando nos lo preguntaban cada día desde la pantalla en blanco y negro de nuestra tele, entonces estábamos mejor.... Yo no conocía más prima que mi prima Sonia y la única subida que me preocupaba era la de las chuches que un viejecito nos vendía en la parada del autobus del cole, "el hombrecito" le llamabamos y con 5 pesetas nos comprábamos delicias increibles elegidas directamente de su cesta de mimbre que nunca me han vuelto a saber igual de bien. Aún no éramos Europa y eso que ahora llamamos stress sólo nos daba antes de un examen dificil o cuando nos pillaban haciendo guateques en el cuarto de las basuras del cole. Entonces si que estábamos todos bieeeeeeen. Y aunque todavía no habían cambiado la letra de "asi planchaba, asi, asi....", ya sabíamos que podíamos comernos el mundo.

Aunque debo admitir que hoy tambien estábamos bien, cantando a voz en grito con nuestros hijos, sabiéndonos las letras mejor que ellos. Es curioso que haya días que no me acuerdo ni de lo que he desayunado pero que recuerde perfectamente cada palabra y cada nota (bueno, las nota igual no, igual exagero, entonar no ha sido nunca lo mío, y por la cara que pone a veces Nico cuando canto, debe ser que no he mejorado mucho...) de todas estas canciones que marcaron mi infancia. Porque éramos muchos padres "de mis tiempos" dándolo todo hoy en el teatro, cantando y dando palmas como hace tantitantos años.... Como cuando iba con el colegio a hacer de público en "El gran circo de la tele", recuerdo que pasábamos horas allí, que nos daban bocadillos de chorizo, que cantábamos mucho, que eran nuestros cinco minutos de gloria, ¡estábamos en la tele!.

Hoy mis hijos se han reido, a carcajadas, a borbotones, sin parar, con unos payasos en plena forma, con un espectáculo entrañable, y con exactamente las mismas frases, los mismos gags, las mismas rutinas y los mismos chistes con los que, hace muchos, muchos años, me reía yo... Porque hay cosas que nunca fallan y risas que nunca cambian .... El mar, idiota, el mar... 

Y cuando de un polvoriento baul de los recuerdos han salido un saxofón, una trompeta y un acordeón, apoyados sobre tres sillas vacias y frente a una foto en blanco y negro de tres payasos inolvidables, un suspiro colectivo ha inundado la sala, porque con los instrumentos y esas fotos se nos ha derramado a todos un chorrito de infancia, se nos ha desbordado el contenedor de la nostalgia. Se me han inundado los ojos y un pellizco me ha atrapado el corazón. Porque han salido también de ese baúl retazos de mi infancia, en blanco y negro y en technicolor, el UHF y las noches de los viernes viendo el Un, dos, tres en el comedor con mis abuelos, el "vamos a la cama" de la Familia Telerín anunciando el sueño, Poquito y el Capitán Tan y chripitifláutico es Don José, las excursiones a Bustarviejo y la leche caliente con huevo que nos preparaba mi madre a la vuelta (lo más asqueroso que he probado nunca pero, al parecer, muy nutritivo), el Renault 5 amarillo de mi madre y los asientos sin cinturón, la piscina del Puente Cultural, las poesías de Gloria Fuertes, las tortitas de California 47 y los escaparates de navidad de Musgo, los Peta Zetas y los gusanitos Risi, la playa de Gandía, los polos de chocolate del cine de verano, Torrebruno, la finca de "La Rana", montar en kart con mi padre, los pollitos en la terraza de mis abuelos (que poquito nos duraban...), las manicuras de Alde, las tardes de sábado en casa de mis primos jugando a piratas y las comidas familiares de los domingos, las diapositivas y revelar las fotos en el cuarto oscuro de mi tío Carlos, los grumitos del Cola Cao, los cromos de Bimbo que se pegaban con pegamento, las muñecas de Famosa dirigiéndose al portal y esa Nochebuena grabada en super 8 con mi hermana, mis primos y mis tíos de Sevilla cantando "Vamos de paseo, pi, pi, pi, en un auto nuevo, pi, pi, pi..." en el sofá del salón...... 

- ¿Por qué lloras, mami?- me ha preguntado mi niña muy bajito. Y que conste en acta que no era la única, que al papá de dos filas delante, a la izquierda, tambien se le ha escapado una lágrima cuando ha aparecido el saxofón. Y la mamá de detrás estaba pidiendo un kleenex....

- Porque me recuerda a cuando era pequeña, cariño
- ¿Y eso es para llorar...?

¿Será esto eso de hacerse mayor?

Gracias, Fofito y Rody, por devolverme hoy un trocito de infancia.





lunes, marzo 18

GRACIAS, PAPÁ

El jazz. El "Great American songbook": Gerswhin, Porter, Arlen, Carmichael... Anything goes y Five guys named Moe. Los valses de Strauss la mañana de Año Nuevo. La películas en blanco y negro: Capra, Hawks, Ford... Varias en color tambien. "La gran carrera", con Tony Curtis en technicolor. La pasión por Bogart después de una cuádruple sesión continua: El sueño eterno, El halcón maltés, Tener y no tener, Casablanca. Jardiel Poncela. Los comics: Flash Gordon, El hombre enmascarado, El Principe Valiente, Mandrake, el mago, La pequeña Lulú.. los mismos que ahora disfruta mi hijo. Jerry Lewis en "El Profesor chiflado" y Danny Kaye en cualquier cosa. Los deberes de matemáticas y de física con los que tanto sufrimos, estaba claro que no yo iba para ingeniero. La Formula 1, la pasión se me despertó mucho más tarde pero los rugidos de los coches fueron la banda sonora de muchas comidas de domingo en mi infancia. Las excursiones a la Boca del asno. El estreno de Star Wars y de Indiana Jones en el Palafox. Las cenas familiares durante toda mi infancia, hacia las 8 y con la tele puesta. Mariel o Margaux. Su presencia en todas mis funciones de teatro, desde mis más precoces actuaciones en el colegio hasta mis mejores papeles en el grupo de teatro del CEU, incluyendo aplausos feroces incluso cuando me tocó cantar.  El lago Okeechobee, que se nos resistió durante horas, un lago de leyenda que nunca estuvo allí. Nueva York; Disneyworld y los Estudios Universal. El British Museum. Vivaldi by candelight en Saint Martin in the fields. Su documentación y planificación exhaustiva antes de cada viaje (aunque no siempre infalible, ver referencia al Lago Okeechobee más arriba, pero con muchos más aciertos que fallos). El amor por las librerias abarrotadas y con olor a tinta. El bridge en las noches en Gandía y el cine de verano. Las lecciones para aprender a conducir, con el pánico apenas disimulado en aquellos primeros trayectos. Los carros de diapositivas, que siempre se enganchaban, llenos de pequeñas láminas inmortalizando los mejores momentos de nuestra infancia, solo hacía falta un carrete de 12 o de 36 fotos para captar un instante irrepetible, no como ahora que mi iphoto acumula más de 2.000 imágenes, en su mayoría prescindibles. . Las películas de Super 8. Nuestra pelicula de animación con los Clicks de Famobil, mucho antes de que Steve Jobs y John Lasseter imaginaran al vaquero Woody de Toy Story que tanto fascina a Nico. El amor por el Oriente de Asturias: los bufones, la ruta del Sueve, el Cabrales, Peña Tu, Ribadesella, Llanes y la mágica playa de Gulpiyuri...  El olor a habano y a tabaco de pipa. Sus instrucciones detalladas, mejor que cualquier navegador, para llegar a los sitios. La verdad siempre por delante. La familia por encima de todo. La honestidad en el trabajo. La ética del esfuerzo. Su brazo de camino al altar. Su abrazo fuerte el dia que murió mi abuelo. Su abrazo fuerte el dia que murió mi abuela. Su presencia en el viaje más importante de mi vida, el que me convirtió en madre por primera vez, y su cara cuando abrazó a nuestro pequeño cosaco. Su amor incondicional por todos sus nietos, a cada uno con y por sus diferencias. Su presencia callada, serena, sólida, fuerte como una roca, como las raíces que me aferran lo que soy, en todas las alegrias y las tristezas de mi vida. Más de la mitad de quien soy y más de la mitad de lo que espero estar enseñándoles a mis hijos.

Gracias Papá, por los millones de recuerdos inolvidables que conforman mi vida. Brindo por que nos queden otros cuantos millones por delante. 

Quizá sea verdad que lo inventó El Corte Inglés, pero no viene mal dar las gracias al menos una vez al año por tanto como nos has dado. Feliz Día del Padre.