martes, diciembre 25

EL APAGON

Era la noche antes de Navidad y a través de la casa no se oía más ... que los gritos de mi tía y mi madre porque a las 8 de la tarde, su hermano no había salido aún de casa para reunirse con nosotros. 

Tras una hora intentando apartar a los niños de la tele y otra intentando hacer una foto de familia medio decente sin demasiada suerte, porque mira que es dificil que cinco personas miren al mismo sitio en el mismo momento, mis hijos, que cenan en horario europeo, habían devorado ya los aperitivos, especialmente el jamón serrano (mi hija será kazaja pero come jamón como si fuera del mismo centro de Jabugo) y amenzaban con comernos con una pata. La tercera botella del magnifico vino seleccionado por mi escocés (que será escocés pero bebe Ribera del Duero como si fuera del mismo centro de Quintanilla de Onésimo) mordía el polvo y entre copa y copa maldecíamos de los horarios sevillanos de mi tío, ya estamos como todos los años, si es que no puede ser, los niños se caen de sueño, vamos a cenar a las mil.... En fin, lo habitual en cualquier Nochebuena que se precie.

Por fin, a eso de las nueve y algo, mis tios y mis cuatro primos de Sevilla, altos como castillos, hacen su entrada triunfal, besos, abrazos, caja de Moet a cuestas, venga, vamos, a la mesa que los niños están muertos de hambre, ¡Alicia, sube la pava del sótano!, Sergio, mas vino, a ver Nico, aparta de en medio venga, id entrando... y justo en ese preciso momento, saltan los plomos y se va la luz.

Como saben aquellos que me conocen, soy de natural tranquilo y poco dada al drama y la exageración (ejem), pero mi última visión antes de la oscuridad más absoluta, fue la de mi hijo pequeño caminando hacia una puerta abierta, la que da a las escaleras del sótano, familiarmente conocidas como Despeñaperros (no se por qué, ya que canes y humanos se despeñan con la misma facilidad por ellas; de hecho, el último fue mi querido padre bajando un radiador, ¡para haberse matado!). En esa fracción de segundo y a pesar de mi conocida serenidad, todos mis instintos de mamá gallina afloraron y una voz (la mía) rasgó la oscuridad:

- ¡NICO, NICOOOOOOOO......!. ¿Donde está el niño?, ¡¡¡¡¡ Cuidado con Nico!!!!

Según descubrí luego, mi marido, rápido de reflejos y más cercano a la puerta que se abría hacia el abismo de Despeñaperros pegó rápidamente un portazo y la cerró, dejando eso sí a mi tía y mi primo en mitad de la susodicha escalera cargando una inmensa bandeja de pava y una caja de vino, en la negrura más negra y sin saber si subir o bajar, sin saber que pasaba con Nico y esperando verle rodar escaleras abajo en cualquier momento a juzgar por mis gritos que eran lo único que se oía, probablemente hasta en poblaciones aledañas. Sin embargo, en la oscuridad reinante, yo solo oí un golpe, sin saber donde estaba mi hijo, que todavía sube las escalera a gatito (o sea, a cuatro patas, por si acaso) y que es de natural aventurero, y sólo podía pensar en las escaleras asesinas y en mi niño precipitándose por ellas.

Los segundos parecían minutos, ni rastro del niño, no veía nada, nadie hablaba, extendí mis brazos en la oscuridad tratando de encontrarle, palpando el aire, de un lado para otro y llamándole: ¡ NICO, NICO!, Hijo, ¿donde estáaaaaaas????, con tan mala fortuna que Bruno, nuestro Golden Retriever, tan confundido y asustado como yo, sale disparado cruzándose entre mis piernas mientras yo trato de llegar a la puerta del sótano en busca de mi pequeño. Entre el ajustado vestido y los tacones, la maniobra es imposible, Bruno me hace un placaje que ni los Miami Dolphins, y salgo volando por encima del perro y caigo a cuatro patas, mientras sigo gritando: ¡¡¡¡¡Nico.... ayyyy, joder, joder......... Nico!!!!!!! y preguntándome por que nadie dice nada. Tirón en el abductor izquierdo, contractura de cervicales... ay, ay, ay... nada importa con tal de salvar a mi hijo.. Naomi Watts en "Lo imposible" no se puede ni comparar conmigo.... ¡¡¡¡¡NICOOOO!!!

Se hizo la luz. Luchando contra el miedo y la contractura me levanto del suelo. Mi familia entera me contempla anonadada, bueno, anonada y partiéndose el pecho de la risa, la verdad...

Y Nico, con su chupete fluorescente, que por alguna razón no vi brillar en la oscuridad, me mira sentadito en el sofá con cara de chiste. 

- Mami, ¿qué te pasa, mami?. Si yo estaba aquí sentadito....

¿¿¿¿¿¿¿Y por qué no lo has dicho desgraciado??????- pienso mientras le estrujo con todas mis fuerzas. Menos mal que en Cotos de Monterrey no hay tsunamis....

Pero es la noche antes de Navidad y estas son las anécdotas que uno recuerda con el paso de los años, como el dia que se nos cayó un trozo de la lampara de casa de mis abuelos dentro de la sopera del consomé, el año que algunos regalos de Navidad aparecieron detrás de una cortina pasado Reyes, o la Nochebuena  que descubrimos el Pictionary, asi que rescatamos a los exploradores de Despeñaperros, servimos la pava y nos sentamos por fin a cenar dando gracias por los que tenemos cerca y echando de menos siempre a los que hoy no están. 

Feliz Navidad.




domingo, diciembre 23

LO MEJOR DE LA NAVIDAD

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PROFECIA MAYA


Hay mañanas en que la mesa de desayuno se convierte en campo de batalla, en una lucha a muerte por el ultimo croissant, en un te quito lo que tienes en la mano aunque no se ni lo que es, en un concurso de gritos, en una pelea por ver quien termina antes con la paciencia del otro, fundamentalmente, con la mía. Uno chincha, otra llora, yo grito, el pequeño se despierta de mal genio con el jaleo y ya no hay quien haga carrera de él, y el otro vuelve a chinchar y la niña llora como si la estuvieran apuñalando y yo grito más, y empiezan los castigos: un día sin ipad, dos, tres… veinticinco… ¡¡¡¡¡¡no vas a tocar el ipad hasta que cumplas los 18!!!!!!!. 

Yo grito, Alex contesta, y me convierto en una hidra de siete cabezas (debo aclarar en mi defensa que, normalmente, en estos casos apenas me ha dado tiempo ni a servirme el café, y yo sin mi café de la mañana, no soy persona; soy más bien, hidra) , y mi santo aparece proyectando su voz de primer actor de la Royal Shakespeare por el pasillo, que le deben oir hasta en la urbanización de enfrente, y la oficina empieza a parecerme un oasis de paz de lo más apetecible, bendita oficina, mi despacho calentito, el silencio interrumpido solo por las teclas del ordenador, el cafecito de la máquina…….
¿Será la hiperactividad, falta de sueño, adolescencia prematura, un déficit de vitaminas….?

A estas alturas, ya hemos perdido totalmente el control de la situación. Somos adultos, deberíamos poder controlar la situación, poner un poco de sensatez, dirigimos equipos, empresas, ¿no vamos a ser capaces de controlar a tres niños…?. Pues, evidentemente, NO. Si hubiera un sistema de valoración del desempeño del puesto de madre de familia numerosa como el que tenemos Sephora, creo que este año suspendía en coraje managerial, adaptación al entorno cambiante y capacidad de trabajar bajo presión, vamos, que me quedo sin bonus de madre por el numerito de las mañanas. ¡¡Voy a ver si me busco un coach o vuelvo a hacer yoga, a ver si me tranquilizo!!

 Despues de separarles, vestirles, castigarles, besarles, perdonarles, y correr hasta la parada perdiendo los tacones y dando más voces que un sargento de marines, las aguas vuelven a su cauce, y, por fin, se suben al autobús del cole. Estamos como si nos hubiera pasado un camión por encima, listos para volvernos a la cama. Miro el reloj, las 8:15. Que día más largo……… Mira, casi nos hubiera venido bien que tuvieran razón los Mayas y se hubiera acabado el mundo….¡Menudo descanso!

miércoles, diciembre 19

CONVERSACIONES TRASCENDENTALES

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El otro día mis hijos aprendieron la palabra orfanato. De la forma más tonta. Estaba cantándole a Katie la canción de “Annie” en la cama, (Mañana, mañana, te espero…) y no se acordaba donde la habíamos oído.

-       En el teatro, ¿te acuerdas?, cuando vimos “Annie”.
-       ¿Annie, es la niña del pelo rojo rizado?
-       ¡Esa!
-       ¿La que tenía muchas hermanas y fregaban?
-       Bueno, no eran sus hermanas – metedura de pata. Mi niña es muy viva.
-       ¿Y qué eran? ¿Por qué vivían tantas niñas allí juntas?
-       Por que era un … orfanato.
-       ¿Que es un orfanato, mami?
-       Si, que es un orfanato?- pregunta también Alex que acaba de entrar
-       Es un sitio donde viven los niños que no tienen papás.  Mientras esperan una familia – añado para suavizar
-       ¿Donde vivía yo cuando mi otra mamá no me podía cuidar?, ¿ y donde vivía Katie?
-       Si, mi amor.
-       ¿Y por que no les pueden cuidar sus papás?
-       Pues a veces porque sus papás han muerto, o no se pueden ocupar de ellos por algo aunque los quieran mucho, mucho, mucho
-       ¿Y que pasa si tú te mueres, Mami?

Jolín con la conversación.

-       No te preocupes cariño, porque tenéis a Daddy, a Abu y Yayo, a la tía Belén… tenéis mucha gente que os quiere y os puede cuidar. Y os tenéis el uno al otro… Y además, ¡¡¡no tengo intención de morirme de momento!!!
-       Si, pero te puedes poner malita con una enfermedad grave y entonces te mueres…como cáncer por ejemplo – dice Alex

¿¿¿¿Orfanato y cáncer en la misma conversación??????. Me va a dar algo. Si lo sé, les leo un cuento, en vez de cantar.

-       Bueno, de momento no tengo ninguna enfermedad grave así que no os preocupéis y a dormir, pero ya sabéis que si os preocupa algo, podéis hablar con nosotros. Nosotros estamos aquí para cualquier cosa que necesitéis cariños.

-       ¿Cómo una Play Station?

Ese es mi Alex, de lo trascendental a lo trivial en 60 segundos. 

- Ni hablar de Play Station. Os quiero. ¡A dormir! 

Ya nos podemos ir preparando, la cosa no va a acabar aquí....Me pregunto cuantas conversaciones trascendentales nos esperan en un futuro no muy lejano.

lunes, diciembre 17

Sillas y mesas vacías

Hace unos días vi con mis hijos una película preciosa sobre como la ilusión de un niño es lo que hace que el mundo sea un lugar mejor, sobre como creer en las hadas, y en los duendes, y en Santa Claus, y en el Ratón Pérez permite que los sueños se cumplan, que las pesadillas y el desánimo y el miedo no dominen el mundo. Y hasta mi hijo mayor, que como San Manuel Bueno Mártir, quiere creer pero ya no sabe si cree, redobló su fé en Santa Claus y en los Reyes Magos porque la verdad, no va ser el culpable de que el miedo y la oscuridad se adueñen un poquito más del mundo.
Pero a veces, el miedo y la oscuridad hacen que creer en las hadas, en los sueños y en la Navidad sea muy difícil.
Santa Claus tendrá menos trabajo este año, porque en un pequeño pueblo de Connecticut  las cartas de  20 niños se han ido directas al buzón del cielo cuando un chaval solitario de 20 años, entrenado por sus padres para usar armas de fuego, se ha liado a tiros en un colegio trás matar a su propia madre.
A las 8 de la mañana, las cartillas de caligrafía se abrieron  sobre la palabra Muerte con M mayúscula y la palabra horror, si, niños, horror se escribe con hache.
Sobre los pupitres ensangrentados quedaron millones de sonrisas, cientos de sueños, algunas broncas de patio, 20 primeros besos, una astronauta, dos abogados, un arquitecto, una bailarina… La sangre corrió por los patios, llenó los recreos, los niños que se despidieron por la mañana con un beso, quizá medio dormidos aún, quizá pensando en la función de Navidad del colegio,  ya no volvieron. Sobre los pequeños cuerpos murió también la inocencia de los que a partir de ahora, cuando miren el mundo, verán el cañón de una escopeta, el miedo y el sinsentido más atroz del que es capaz el ser humano.
Mientas abrazo a mis hijos, sin posibilidad de conciliar el sueño, pienso en esos padres que contemplan camas vacías, que han dado ya su último abrazo,  en los muñecos huérfanos en las estanterías de los cuartos, en los dibujos que seguro cuelgan en las neveras, pienso en las coronas de adviento sobre las que han colgado crespones negros, en los regalos que quedarán bajo el árbol en la mañana de Navidad, en las caritas sonrientes congeladas para siempre en la foto del ultimo cumpleaños, de las vacaciones de hace unos meses, pienso en qué pensarán esos padres, esos abuelos y hermanos, esas familias destrozadas que han visto el infierno, que viven ya en el vacío más insoportable que puede vivir un padre. Y  abrazo a mis hijos un poco más fuerte. Y no duermo.
Son ya demasiadas masacres, cuantas veces más tendremos que ver como un perturbado con fácil acceso a las más sofisticadas y letales armas se lía a tiros en una hamburguesería, un campamento, un hospital, un cine… ¿Cómo se puede vivir en un mundo en el que no sabes si volverás a ver a tus hijos cuando se van al colegio..?.
Cualquier tragedia encoge el alma pero cuando un crio de 20 años asesina el futuro en el país delas oportunidades, en la supuesta tierra de los hombres libres y valientes, disparando sin sentido a niños en la escuela como si fueran muñecos de un video juego el mundo se convierte en un lugar mucho más oscuro, mas negro. Y da mucho más miedo.
Y mientras escribo estas líneas, 10 niñas han muerto en Afganistán por la explosión de una mina, cientos de niños siguen desaparecidos sin rastro de su paradero, millones de niños viven por debajo del umbral de la pobreza, sin acceso a agua potable, miles de niñas son obligadas a prostituirse, a veces por sus propias familias…..
De verdad que uno quiere seguir creyendo en Papá Noel, en la magia, en la grandeza del ser humano pero hay días en que el mundo te lo pone muy, pero que muy difícil…

Decíamos ayer

Decíamos ayer... y de eso hace dos años, que no es fácil nadar y guardar la ropa, trabajar y disfrutar de tus hijos, dar el 200% profesionalmente y no perderte las funciones del cole, los partidos, los deberes, los cuentos de la noche... que no es fácil ascender y progresar y pasar tiempo de calidad con la familia, aparcando el stress, las preocupaciones, la blackberry...

Mucho ha pasado en estos dos años: un cambio de trabajo, nuevas responsabilidades, varias visitas del Ratón Perez, dos fantásticos veranos, unos cuantos viajes a urgencias, normalmente en fin de semana y a altas horas de la madrugada, muchas risas, peleas continuas, la lucha de las mañanas, los madrugones de los domingos, la Copa de Europa y el Mundial con las caras pintadas de rojo y amarillo, gritando "España, España" y Alex y yo bailando en el jardín en mitad de la noche ondeando una bandera que mi pequeño cosaco siente muy suya, docenas de obras de arte pintadas por nuestra artista adornando cada rincón, muchas reuniones, tutorias en el colegio a horas que solo convienen a un profesor pero desde luego no a una madre trabajadora, Nico empezando en el cole de mayores, hablando por los codos, aprendiendo cada dia algo nuevo....

Alex, a sus 10 años está en plena pre-adolescencia (¡¡¡¡que pronto empieza ahora la edad del pavo!!!!), Katie está más guapa, más sensible y más artista cada día, no se le escapa nada a mi hija, y mi pequeño ratón, Nico,  está para darle mordiscos, pero dos años después, sigo sin encontrar la fórmula mágica, la receta de ese plato tan dificil de cocinar y tan apetecible que llaman conciliación.

Para mi que eso de conciliar es una leyenda urbana y quizá tenemos que ser realistas y darnos cuenta de que no podemos tenerlo todo; la vida está hecha de opciones, de elecciones y de compromisos.

Si uno tiene la suerte de trabajar en algo que le apasiona,  si consigues hacer que tus hijos se interesen por lo que haces (Katie sabe mas de maquillaje que yo y Alex inventa planes de marketing y nuevos productos para Sephora cada día) y logras dedicar al menos media hora al dia a hablar y jugar con tus hijos si los tienes (no cuenta la media que uno se pasa gritándoles por una cosa o por otra), otro media para tu pareja (repito lo dicho para los hijos), y tener un rato a la semana para hacer algo que te haga feliz y te relaje, la cosa no va mal.  Si lo consigues, la conciliación empieza a parecer más o menos posible.